Entradas populares

Economía Mundial


CRISIS ECONÓMICA E IRRACIONALIDAD CAPITALISTA
César Risso*

 


La presente crisis económica capitalista mundial viene dando cuenta de la irracionalidad del capitalismo. Tomando en cuenta los recursos monetarios y físicos acumulados por miembros destacados de la burguesía, podemos reconocer inmediatamente lo absurdo de este sistema.

        En primer lugar, mencionemos a Bill Gates, quien posee un capital de $ 53 000 000 (según datos de la revista Forbes del año 2010). Preguntémonos qué puede adquirir con esta fortuna. De igual modo, pensemos también en la forma en que ha adquirido esta riqueza. Lo que este posee es plusvalor, obtenido del esfuerzo desplegado por los trabajadores (verdaderos creadores de la riqueza), que se ha retenido bajo la forma de ganancia en provecho de Bill Gates. ¿Cuál es el número de casas, de viajes, de alimentos, de prendas de vestir, etc, que puede consumir? ¿Cómo es posible que un solo hombre pueda haberse hecho acreedor a tal nivel de consumo potencial? ¿Cuántos miles de años tendría que vivir para hacer uso de tal cantidad de esfuerzo social? Vivir y morir cientos de veces, y aún así no lograría agotar lo que ha acumulado, y por supuesto, sigue acumulando.

        Si expresamos la fortuna de Bill Gates en términos de arroz, al precio proyectado para el 2010 de $1080 la tonelada, este podría adquirir más de 49 millones de kilos. ¿Cuánto podría consumir en el resto de su vida? Y solo nos referimos a un burgués. Si en este caso la capacidad económica de consumo es extraordinaria, el resultado sería abrumador si sumamos toda la riqueza de la burguesía a nivel mundial. Riqueza que como ya sabemos es creada por los trabajadores directos.

        Según el índice de pobreza multidimensional del Banco Mundial, en la actualidad existen 1700 millones de pobres en el mundo. La pobreza es obra del sistema capitalista. Cuando el capitalismo estudia políticas para disminuir la pobreza o para erradicarla, lo que está haciendo es proyectar los negocios que le permitan seguir ganando. Todo es negocio, es decir, obtención de plusvalía: las guerras, las enfermedades, la pobreza, las crisis, el deterioro medioambiental, todo, absolutamente todo, es negocio.

        El trabajo es trabajo social. Por más que se presente a nuestros ojos y se desarrolle como trabajo privado, este es representación de partículas de trabajo de la sociedad. Entonces, Bill Gates es propietario de gran cantidad de trabajo social. Este no le cae del cielo como una lotería. Es consecuencia del capital, pero obviamente el capital no puede crear ni un átomo de riqueza. Puede contribuir a la riqueza con su propio valor. Esto es, en el proceso del trabajo solo se trasladan porciones de capital al bien final. De modo que el nuevo valor creado se debe al esfuerzo del trabajador.

         El capital en tanto relación social, no como objeto, establece que el propietario privado de los medios de producción es también el propietario del resultado de la producción (objetos útiles bajo la forma de mercancía), en tanto que el verdadero creador de la riqueza debe conformarse con el valor de su fuerza de trabajo, que viene a ser solo una porción del nuevo valor creado. La otra porción del nuevo valor va a parar al bolsillo del capitalista.

        Recreemos algunos aspectos del desarrollo de la presente crisis económica en los términos propuestos. ¿Qué ha sucedido? El ahorro de los trabajadores colocado en los bancos, fue prestado con fines de negocio, de financiamiento de las actividades de la burguesía; esta, por supuesto, prefiere invertir el dinero de otros, la porción de la riqueza social de los trabajadores.

         Pues bien, porciones de la riqueza social creada por el trabajo pasa a manos de los bancos, primero, y de los inversionistas, después. Estos usan esta riqueza social para obtener o apropiarse de más riqueza social. Por supuesto que en el negocio de la burguesía se producen bienes útiles, pero también aquellos otros objetos que tienen la finalidad, para el poder de la burguesía, de reprimir a los trabajadores que se subleven contra esta organización de la producción tan adversa. Las armas, por ejemplo, para dominar pueblos enteros, o clases sociales explotadas, para que sigan cumpliendo el papel de productores directos, sin derecho a usufructuar el resultado íntegro de su esfuerzo, ya sea bajo la forma individual o colectiva. Vale decir que no importa la utilidad específica que tenga el bien creado por los trabajadores, lo que importa es que bajo la forma de mercancías, estos puedan permitir apropiarse a la burguesía de plusvalía bajo la forma de ganancia.

           Entonces, tenemos que la burguesía en su conjunto, como clase social, vive aprovechándose de la riqueza de la sociedad para su beneficio. En tanto todo va bien para esta no hay problema, pues todo funciona según lo previsto. Pero, resulta que aparece la crisis, la cual complica la vida de la clase burguesa. Todo el capital apropiado se le empieza a esfumar de las manos. Se acuesta un día feliz de su riqueza y al día siguiente amanece con rostro de cadáver.

          ¿Qué ha sucedido? Aparte de las inmensas pérdidas que una crisis económica significa, es además la oportunidad de grandes negocios para la burguesía, pero esta vez no creando riqueza sino arrebatándose la riqueza creada entre burgueses. El capitalismo se introduce en un atolladero que ningún premio nobel de economía puede evitar o solucionar. Igualmente, ninguna regulación, por perfecta que sea, puede evitar o solucionar.

           Los diversos propietarios del capital (industrial, comercial, bancario, financiero) buscan repartirse la mayor porción de plusvalía extraída al obrero por el capital industrial. La economía real (creación de bienes y servicios) trata de facilitar la realización de las mercancías (venta) haciendo uso del crédito en sus diversas modalidades; pero esto resulta contraproducente, pues pone una venda en los ojos de los capitalistas, quienes aumentan la producción a pesar que los demandantes (consumidores potenciales) hayan entrado en insolvencia. El capital financiero, crea productos financieros (papeles bajo la forma de títulos de propiedad) que se negocian durante las 24 horas del día en todo el mundo, creando la ilusión de bonanza económica; hasta que llega el día en que la ilusión desaparece y se presenta de cuerpo entero la crisis, iniciada por la ruptura de la cadena de pagos. Entonces aparece el pánico, las quiebras, el desempleo, la destrucción de fuerzas productivas, la miseria, el hambre, las enfermedades, etc.

           En estas condiciones, la burguesía echa mano de todo: del financiamiento del Estado, de la compra a precio de remate de los medios de producción (maquinaria, herramientas, equipo, etc.) de las empresas en quiebra; es un traslado de recursos de unas manos a otras, de las manos del pueblo, a las grandes empresas; de las manos de unas empresas a otras empresas. Es el saqueo de los trabajadores, y las clases medias, y el saqueo de otras empresas. Es decir, las empresas más grandes arrebatan a todos los demás trabajo social, bajo la forma de bienes o bajo la forma de equivalente general (dinero).

           El oro, en su función de equivalente general (dinero), esto es, como representación de la riqueza o del conjunto de bienes que existen bajo la forma de mercancías, es acumulado y guardado. Como si el oro fuese un bien consumible necesario para la vida del hombre. Esta piedra que tiene gran valor porque contiene grandes cantidades de trabajo socialmente necesario, aparece como el bien más preciado, a pesar de que solo es físicamente una piedra, pero que es a la vez materialización de trabajo social.

          En este marco general, hay un elemento que es fundamental. La bonanza económica de la burguesía tiene como límite al propio sistema. La producción de medios de producción, como consecuencia del crecimiento económico y del crédito, se hace cada vez más rápido, lo cual permite producir cada vez más bienes finales. Pero la capacidad de consumo de los obreros, en términos de ingresos, no puede pasar de cierto límite, motivo por el cual tarde o temprano aparecen grandes cantidades de mercancías que no pueden ser vendidas. Téngase en cuenta que la incapacidad económica de consumir se suma al desempleo (ejército industrial de reserva).

           Lamentablemente, la producción se reanima cuando la tasa de ganancia, la rentabilidad que obtiene el capitalista por su inversión, aumenta. La finalidad no es pues satisfacer las necesidades de la población, sino obtener ganancias. Y este brutal principio, la ganancia en lugar de lo humano, es lo que ideológicamente nos imponen. Es promovido como la máxima expresión del éxito. Frente a esta suerte de lotería, la gente se organiza, se prepara, se desespera, hasta que al final, después de largos años de creer e intentar obtener ganancias, se da cuenta de que ha sido víctima de un vil engaño, o peor aún, que a pesar de toda su experiencia, llega al fin de sus días creyendo que la ganancia es sinónimo de éxito. De que sus aspiraciones, impuestas por los ideólogos de la burguesía, no eran más que anestesia para seguirlos explotando, y la droga para que vean con buenos ojos el mundo burgués.

            ¿Cómo evitan la quiebra, su propia quiebra individual, los grandes burgueses? Expropiando a los trabajadores, bajo la forma de financiamiento con recursos del Estado (riqueza social). Despiden trabajadores, aumentan la jornada de trabajo, aumentan la edad de jubilación, etc. Lo que los ideólogos de la burguesía nos hacen creer, es lo que la propia burguesía cree; que el mundo burgués, dedicado a la extracción de plusvalía, es el único mundo posible, y en consecuencia su quiebra es la quiebra de la civilización. De modo que el sacrificio al que someten a los trabajadores está, para la burguesía, justificado, pues no hay alternativa. Sin embargo, tenemos que agregar que efectivamente no hay alternativa, para seguir sosteniendo este irracional sistema. Pero que una alternativa humana, que permita calzar lo económico con lo humano, está en el socialismo.

            En realidad la crisis no hace otra cosa que presentarnos a gran escala la irracionalidad del capitalismo. Quienes viven permanentemente desempleados, o ganando sumas ínfimas (1700 millones de seres humanos según el Banco Mundial) viven la crisis del sistema todos los días de su vida. Así pues, con la crisis, el capitalismo se presenta a nivel planetario tal como es, un sistema brutal de explotación.